Fiel a su triste figura,
a su locura necesaria,
vela armas Don Quijote
a la puerta de mi casa
con el alma quizás puesta
en su quimérica dama,
soñando con desfacer
entuertos donde los haya,
injusticias donde hubiere,
con la fuerza de su lanza,
decidido a socorrer
menesterosos y damas,
cual gran caballero andante
de su alcurnia y de su fama.
Junto a él pasan turistas,
sabe Dios lo que pensaran
cuando lo miran o admiran,
al cielo su brava lanza,
su figura descompuesta
por el ardor de su alma,
por querer poner arreglo
en un mundo que se ríe
de su locura sensata.
Antonio Vera Ruiz
Nerja 30 junio 2025.